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viernes, 21 de diciembre de 2012

Polvora y sangre

"Polvora y Sangre"

(Continuación de Polvo)

Esteban Cachazo, militar de pura cepa, un joven de Carupano que se unió a la Fuerzas Armadas con la convicción de servir a su país de la mejor manera. Tenía una idea muy clara hacia donde quería llegar, con 28 años se había graduado de oficial técnico, aspiraba con los años alcanzar a ser general y por lo mismo, se volvió la mano derecha del General Lopez. Ostentaba piel negra, cabello ondulado que siempre mantenía bajo, un marcado acento oriental y unos peculiares ojos de color purpura. Siempre era eficiente y obedecía al pie de la letra las órdenes del general Lopez.

--Cachazo, eres uno de los pocos hombre en que en verdad confío... Tu sabes en los negocios en que ando metido y el peligro que presenta esto para mi hija Laura, quiero que siempre estés pendiente de ella. Por favor Esteban, si procuras que no le pase nada malo a mi niña te aseguro que llegarás muy lejos.-- Un "¡Si señor!" siempre era la respuesta. El General le asigno un soldado raso de apellido Gutierrez, que era apodado "El Ruso" por su pelo rubio y ojos azules, nunca le terminó de caer bien Gutierrez pero era alguien con quien contar a la hora de hacer su trabajo.

Esteban, a eso de las 9:00 PM de un día cualquiera, estaba acostado junto a su esposa viendo una película. Sonó el teléfono.

--Esteban es el General, Laura planea salir con su amiga drogadicta Kiara... Ya sabes que hacer.-- La cara de preocupación en su esposa hizo acto de presencia.
--Si señor.-- Trancó el teléfono. Se puso de pie, estaba en boxers, le dolía una rodilla por una caída que tuvo días antes.
--¿Por qué siempre actúas como un jalabolas con el General?... Estoy cansada de estas salidas tuyas.-- Esteban agarró su uniforme del closet y se volteó lentamente. Miró a su esposa, se fijo en las largas y morenas piernas que ella tenía, solo tenía unos shorts azules y una franela de tiras de color rosado.
-- Coño María... Tu sabes que no lo hago por gusto sino por nosotros.--
--¡Siempre dices lo mismo! ¡Estoy en cansada! ¡¿Sabes?! ¡No quiero que te pase nada!-- Tras ese comentario, Estaban palpo el cinto de la pistola y se aseguro de que todo estuviera en orden.
--Tranquila amor, llegaré antes de que te des cuenta.-- Se sentó sobre su cama, se puso sus pantalones, se puso el cinto de la pistola en la pierna derecha. Sacó el arma, una Glock modelo 19, sacó el peine para estar seguro de que estuviera cargada y luego la guardó de nuevo en el cinto. Se puso una franela verde y una chaqueta de color negro. Sonó de nuevo el teléfono, decía "Llamada de - Gutierrez". Atendió. --Estoy abajo.-- Le dio un beso largo a su esposa, le dijo que la amaba, se puso el chaleco antibalas y salió por la puerta. Esteban vivía en una de las torres de Parque Central en Caracas, se había mudado a allí por orden del General. En Caracas conoció a Maria, en una de las noches que salía de rumba con sus amigos del cuartel. 

Ya en planta baja, despertó al guardia de seguridad cuando abrió la puerta. Caminó con calma mientras se encendía un cigarro. Gutierrez lo esperaba en una camioneta Tahoe negra. A veces le parecía absurdo el hecho que el general no le daba un carro a su hija pero si la dejaba que saliera con Kiara. Recordó la noche en que tuvieron que sacar a ese par de niñas de una discoteca en el C.C. San Ignacio, Kiara estaba vomitada encima y la pobre Laura no hubiera sabido que hacer si no hubieran pasado Esteban y Gutierrez a la escena. Se montó en el vehículo, Gutierrez tenía a todo volumen una canción de reggaeton pero le bajó volumen por la presencia de Esteban.

--Oficial Cachazo.--
--Soldado Gutierrez.-- Todo muy protocolar.

Esteban revisó su celular y vio que tenía dos mensajes; el primera del General "Laura está cenando en Las Mercedes, busca el Ford Ka de Kiara y ya." Pensó en lo tediosa que sería la búsqueda de las niñas pero de todas maneras habría que hacerlo. El otro mensaje era de su esposa. "Espero que todo salga bien amor. Te amo. Besos."

--A Las Mercedes.-- Ordenó Esteban.
--¿Vamos a algún lugar en específico o hay que buscar donde están las niñas?-- Preguntó con flojera Gutierrez.
--Tú sólo dedícate a manejar Gutierrez.--
--Si señor.-- Esteban no estaba de humor. Gutierrez volvió a subirle a la música.

Tomaron la salida de la autopista vía al Este, encontraron tráfico cerca de El Jardín Botánico de la UCV por un choque, una colisión entre un Aveo azul y un motorizado. Los carros pasaban lentamente para detallar la gravedad del choque.

--¡Por esta huevonada es que se forman las colas en Caracas!-- Sentenció Gutierrez.
--Cállate y maneja.-- Respondió Esteban sin quitar la mirada del vidrio.
--Si señor.-- Oyó Esteban. Cerró los ojos y pasó su mano por su rostro tratando de ocultar su cansancio. Eran aproximadamente las 10:30 PM para cuando llegaron a Las Mercedes.

-- Date una vuelta por la calle principal a ver si vemos el carro... Sino pasa por el perrero de Farmatodo.-- Dijo con desgano Esteban.
--¿Es porqué tienes hambre o crees que estarán ahí?-- Pregunto con cierto tono de insolencia Gutierrez. --Ambas.-- El ruso soltó una leve carcajada y arrancó al ver la luz verde del semáforo. A la altura de la Plaza Alfredo Sadel, Esteban divisó un Frod Ka color verde que coincidía con la descripción del carro de Kiara.
--Coño... Creo que son esas que van más adelante. Acércate a ver.-- Sin decir nada Gutierrez se acercó. Ellos sabían que no se iban a dar cuenta que eran ellos gracias a los vidrios ahumados. Laura estaba con su clásica vestimenta de loca; mallas rosadas, una camisa sucia que no era de ella y los tacones que odiaba su papá. Por su lado, Kiara lucía bastante decente a comparación a otros días. 
--¡Cómo se nota que van a ver unos chamos por la pinta que tienen las dos!-- Dijo El Ruso Gutierrez. Esteban estaba consciente que nunca le contaba todos los detalles a El General, tanto por el bienestar de Laura como el propio de los escoltas. 

Siguieron a cierta distancia el llamativo carro de Kiara, vieron como los chicas se pararon en el Gamma Express de Las Mercedes a comprar hielo y casi se les pierden cuando ellas agarraron la autopista vía a Chacao. Llegaron a la estación de metro de Chacao pero por culpa del semáforo se quedaron atrás, por un momento Esteban creyó que las niñas irían al San Ignacio pero no tenía sentido el hecho que hayan  comprado hielo, vio que pasaron el semáforo y cruzaron la izquierda en la primera calle. Llamó a El General --Señor, creemos que las chicas están ahorita en casa de algún conocido en la zona de Chacao. Le seguiremos informando.-- Por alguna razón, Esteban sentía un mal presentimiento de todo lo que estaba pasando. 

Pasaron el semáforo e hicieron el mismo cruce que las niñas. Pasaron una tasca portuguesa que aun estaba abierta y vieron para el Ford Ka de color verde enfrente a una residencia llamada "Prometeo".

--Párate en la otra esquina más adelante y nos pondremos a esperar.-- Dijo Esteban.

Gutierrez se estacionó, bajaron los vidrios y apagó el vehículo. Esteban se encendió otro cigarrillo. Pensaba que sería una noche muy larga. 

Repentinamente, una moto se les paró al lado y sin titubear Esteban sacó del cinto su Glock 19 para apuntarle a la cabeza del que la manejaba. El motorizado alzó ambas manos y se oyó como una pistola cayó al suelo. Era un muchacho no mayor de 21 años, tenía unos bigotes de color amarillo y una cara aterrorizada

--Pira peluche... Antes de que te meta un tiro en la cabeza.-- Dijo con tono amenazador Esteban. La moto arrancó de forma inmediata. El suelo yacía una pistola muy parecida a la de Esteban. "Se la habrá quitado a algún policía o capaz este chamo tuvo un conocido en las Fuerzas Armadas." Le daba igual, el ya estaba sumido en suficientes problemas cómo para ponerse a pensar de donde había sacado esa pistola el ratero que quería robarlos. 

Esteban siguió fumando con la pistola en la mano. Estaba a la espera de un segundo intento de robo. Gutierrez en ningún momento se inmutó, estaba tan acostumbrado a situaciones así que no le prestó mucho atención a la moto o al supuesto intento de robo. En algún momento Gutierrez notó que Esteban se bajó de la Tahoe y agarró la pistola que soltó el delincuente. 

-- Glock 19 como la mía.-- Dijo Esteban. El Ruso no le prestaba ninguna atención a Esteban. Éste se volvió a montar en la camioneta y el silencio volvió a ser acto de presencia en el vehículo.

Pasó aproximadamente una hora, Esteban ya había fumado otros 5 cigarros más e incluso le había dado 2 a Gutierrez. La tasca portuguesa ya había cerrado y sólo estaban a la espera de que las niñas salieran del edificio. En eso, vieron a Kiara salir sola corriendo del edificio hacia su carro.

--Ya va... ¿Donde está Laura?-- Dijo Esteban. Kiara encendió el vehículo y se metió en el estacionamiento. --¿Será que se vana  quedar a dormir?-- Preguntó Gutierrez extrañado. Esteban no sabía que decir, rara vez las chicas se quedaban en algún lugar fuera de sus casas y si lo hacían, Laura le avisaba a su padre.
--No sé... El General no me ha dicho nada acerca de eso.-- Respondió Esteban. 

El portón del estacionamiento empezó a abrirse de nuevo, salió el Ford Ka de Kiara pero con sólo 3 personas dentro.

--Dale marico, síguelos.-- Primera vez que Gutierrez oía la palabra "marico" salir de la boca de Esteban. 

El carro de Kiara iba rápido por las calles de Caracas, llegó hasta la estación de Chacaito y bajó hacia Las Mercedes, se paró en el semáforo enfrente a la arepera Misia Jacinta. Casi todo estaba a oscuras, unos cuantos potes de luz, el McDonalds del Rosal y uno que otro vehículo que pasaba era todo lo que iluminaba la noche.

--¿Cómo vamos a hacer esto?-- Preguntó Aaron.
--¡Aun hay gente en la calle!-- El semáforo pasó a color verde. Kiara estaba obstinada de la actitud que tenía Aaron, la ponía más nerviosa y aun ella luchaba con internalizar el hecho de que su mejor amiga estaba muerta. Aceleró lentamente y empezó a hablar.

--Ya te dije que vamos a preten...-- Un golpe violento llegó del costado derecho del vehículo. Dieron una, dos y tres vueltas antes de que el pobre Ford Ka quedará volteado. El carro recorrió 15 metros, dentro de él Kiara estaba inconsciente, Aaron y Luis gritaban a toda potencia. Luis rebotó de un lado a otro dentro del carro hasta que un certero golpe con el vidrio derecho lo dejó en seco. 

Esteban y Gutierrez vieron boquiabiertos todo lo ocurrido. Un camioneta Montero color azul marino decidió comerse la luz, se llevó por delante el Ka de Kiara. Vieron dar vueltas al pequeño carro verde como también vieron estrellarse en un poste de luz a la Montero. Llamaron de inmediato por apoyo médico y seguridad vial vía una radio que tenían dentro del carro, a partir de ese momento Esteban sintió que todo iba en cámara lenta. 

Salió corriendo hacia el Ka y sacó uno a uno de los pasajeros sin fijarse en el contenido de la maleta. Por su lado El Ruso fue a ver el estado del conductor de la camioneta, se fijó por la ventana y vio a un joven ensagrentado sosteniendo una botella de ron. Le tocó el cuello en búsqueda se señales de vida y ahí estaban,  suave y débil pero ahí había un corazón latiendo. Le gritó a Esteban.

--¡Este pana está vivo! ¡No sé cuanto dure así!-- 
--¡Vuelve a radiar al apoyo ya!-- Respondió Esteban.

Esteban estaba más preocupado por el hecho de que no encontraba a Laura que si estaba vivo o no el conductor ebrio que casi mata a los muchachos. Kiara y un muchacho blanco pecoso estaban inconscientes,  el joven ostentaba una herida sangrante en la parte derecha del rostro. Kiara estaba totalmente sana y salva pero sin conciencia. El tercer chamo se había orinado encima y a pesar de que estaba consciente, tenía la mirada perdida y los ojos abiertos de par en par, tenía uno que otro morado y el labio inferior hinchado pero nada grave, tu piel morena y sus facciones de blancos delataban que era del oriente del país. Esteban se acercó lentamente al muchacho y se puso en cuclillas enfrente a él. 

Con una voz suave habló --Hey, hey, hey... Tranquilo ya pasó.-- Aaron volteó y miró a Esteban como si no se hubiera percatado de su presencia antes. --¿Cual es tu nombre?--  Continuo Esteban.

--A..A..Aaron.-- Esteban sonrió.
--Bien Aaron... Mi nombre es Esteban. Ahora dime ¿Donde está Laura?--

Esteban notó como los ojos de Aaron se empezaban a llenar de lágrima después de haber oído la pregunta.

--Dime... ¿Que pasó con Laura?-- Esta vez Esteban agarró fuertemente del brazo a Aaron.
--¡ESTÁ EN LA MALETA!--

El grito, que estaba ahogado entre las lágrimas y la desesperación, le dio un escalofrío horrible a Esteban. Dejó a Aaron donde estaba y se paró, caminó lentamente hacia el Ka volteado. En el fondo se oía a la distancia las sirenas de una ambulancia que poco a poco se hacían más fuertes. Se tiró al suelo para poder meterse en el asiento del piloto, agarró las llaves que aun seguían puestas en el encendido, se puso de pie y se acercó a la maleta. Tomo aire y metió la llave, lentamente la giró y la gravedad hizo el resto. 

Sobre el suelo, cubierta de sábanas, se desplomó un cuerpo sin vida. Era Laura. En la espalda de Esteban apareció Gutierrez, ambos se miraron y sabían que hasta ahí había llegado su carrera militar. 

-- Maldita sea... Maldita sea... Maldita sea... ¡MALDITA SEA!-- Decía Gutierrez mientras caminaba en círculo y se agarraba a sí mismo por el pelo. La ambulancia no había llegado aun. 

Aaron empezó a gritar.
--¡NOSOTROS NO LA MATAMOS! ¡NOSOTROS NO LA MATAMOS!--

La mente de Esteban estaba saturada. ¿Qué hacer? Se preguntaba. Por un momento pensó en pegarles un tiro en la cabeza a los chamos y a Kiara para culparnos de intento de secuestro pero sabía que por la pinta de que tenían era poco probable que le creyeran. Otro problema era Gutierrez. ¿Podría confiar plenamente en él para hacer lo correcto? o mejor dicho... Lo necesario. 

Esteban se acercó de nuevo al cuerpo de Laura, la sacó del sacó de sábana en el que estaba. La peinó y sintió que el calor que extrañamente, el cuerpo de ella aun emanaba. Llegó la ambulancia. Los paramédicos salieron con camillas y demás utensilios. Esteban cargó el ligero cuerpo de Laura hacia la ambulancia y la dejó en manos de un paramédico.

--Agarra los muchachos y mételos en la camioneta.-- Le ordenó a Gutierrez.
--¿Qué planeas hacer?..-- Preguntó 

Esteban se quedó mirando el vacío un momento, sintió su pistola en la funda y sintió la otra pistola que había obtenido del ratero horas antes en su chaqueta.

Tomo aire y dijo.

--Saldar cuentas.--


(Continuará) 

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Polvo

"Polvo."

Música Chill Out resonaba en el ambiente, el aire acondicionado suprimía el terrible calor de la ciudad de Caracas. -"¿Cuanto más tenemos que esperar por esta jeva?"-- Dijo el más joven de los dos universitarios que estaban en una esquina del restaurante. -"Esperaremos lo que tengamos que esperar"- Respondió el otro.

El más joven se llamaba Luis, un chico lampiño no mayor de veinte años, blanco como la leche, con pecas en el rostro y con cabello rubio sucio. Su mala postura y la torpeza al caminar lo hacía poco atractivo en el país caribeño, donde el "güajeo" y el "flow" son actitudes implícitas en el ciudadano venezolano.

Por otro lado, Aaron, con facciones de blanco y piel ligeramente morena, oriundo de la ciudad de Puerto La Cruz, tenía un porte mucho más latinizado. Con cabello rulos y veintitrés años, movía incesantemente su pierna derecha en señal de impaciencia, revisaba el celular cada minuto para confirmar que sólo estaba desesperado. Ambos estudiaban ingeniería en la UCV y estaban a la espera de una chica que les vendería marihuana. -

--¡El lugar es perfecto Luis! No te preocupes que nadie en esa vaina le para bolas a quien sale o quien entra, además, es demasiado fácil perderse entre la gente de Chacaito. Deja de ser un cagón y acompáñame.-- Fue el argumento de Aaron para convencer a Luis. -- Es algo que haría un un amigo de verdad ¿No?-- Se decía Luis cuando abordó el metro de Ciudad Universitaria.

--¡Espero que esta chama no nos salga con una vaina rara!-- Dijo Luis
--¡Chamo deja el peo por un momento! Yo siempre le compro mi stash a ella. Es de confianza-- Refutó Aaron. Luis dejó escapar un suspiro que tenía una mezcla entre desespero y nerviosismo.

El restaurante donde estaban era un McDonalds cercano a la estación de Chacaito, un cuchitril remodelado con ínfulas de ser "chic", a nadie se le ocurría pedir un "Capuccino Tentación" porqué sabían que solo era un café con leche que poseía un nombre bonito y un mayor precio. El tiempo pasó y a la media hora, llegó una chica diminuta que poseía demasiadas caderas para su tamaño, tenía el pelo desarreglado y de color negro azabache, iba sin maquillaje, llevaba una camisa blanca de la banda Candy 66, como también unos jeans holgados y unos zapatos converse sucios. A Luis le pareció que ella lucía como un topo sudado.

--¡Hola Kiara! ¿Cómo estás baby?"-- Saludó Aaron, mientras ella le daba un beso en el cachete y le palmaba la parte interna del muslo. Luis quitó la mirada rápidamente de donde Kiara tenía la mano y sentía un calor en su cara que sólo significaba que estaba rojo cómo un tomate.
 --¡Todo bien corazón! ¿Quién es el pelado este?-- Luis odiaba que le dijeran así.
 --Es un panita de la universidad, se llama Luis. No te preocupes por el, es tan peligroso como un peluche.-- Dijo Aaron con desgano. Kiara se sentó al lado de Luis y puso sobre la mesa un bolso pequeño de Pucca, que tenía pegado chapas de bandas como Soda Estereo, Slipknot y Korn. 

--¿Haremos la transacción en dinero o me vas a pagar en el Dallas como la otra vez?-- Dijo Kiara con una sonrisa tan pícara como maliciosa. Luis nunca había visto tan rojo a Aaron, éste movía la boca arriba-abajo sin decir nada exceptuando una que otra vocal sin sentido, se le amontonaban las palabras en la garganta mientras pensaba miles de excusas. Luis empezó a reír. 

--¡Coño Kiara si eres sapa!-- Fue lo primero que alcanzó decir Aaron. Kiara soltó una caracajada que atrajo la mirada de la gente del restaurante, le guiñó un ojo a Luis y este se sonrojó nuevamente. 
--¿Tu me pediste 4 gramos de "White Dolphin" no?-- Pregunto la dealer.
--Si-- Dijo cortante Aaron.
--Son 5 tablas-- Luis abrió los ojos de par en par.
--¿¡Qué!? ¿¡Por qué esa mierda está tan cara!?-- Decía Aaron exaltado.
--Mira marico, a mi me llega esta vaina desde Holanda. Esto no juega carritos, te prometo que llegarás hasta Júpiter con la nota que te dará esto.-- La cara de Kiara había cambiado rápidamente de una feliz a una excesivamente agresiva.
--Coño está bien, ya vengo que voy a sacar plata del cajero. Quédate aquí marico.-- Le dijo a Luis. 

Aaron se puso de pie y salió por la puerta hablando para sí mismo, Luis alcanzó a oír un "Que bolas esta vaina". Cuando volteó se dio cuenta que Kiara lo miraba fijamente, éste se sintió intimidado y bajó la mirada rápidamente.
--No tengas miedo que yo no muerdo... Tan duro.-- Dijo Kiara mientras le posaba su mano en la pierna de Luis. El corazón empezó a palpitarle fuertemente y sintió como el pantalón se iba apretando por la repentina erección que tenía. Él nunca había estado con una mujer y primera vez en su vida que le pasaba algo así.
--¿Qué? ¿No vas a decirme nada?-- Le susurró Kiara al oído.

--Yo... Yo... Yo...-- No sabía que decir, sólo pensaba en la posibilidad de quitarse encima el título de "virgen" que tenía entre sus amigos de la universidad.
--Yo... Yo no sé que decir.-- Logró decir balbuseante y nervioso.
--¡Ay querido! Sólo pídelo y haré todo un hombre de ti-- Ambos sonrieron. 
--Eso... Suena bie...-- 
--¿Qué pasa en esta vaina?-- Preguntó repentinamente Aaron, la pregunta exaltó tanto a Luis como a Kiara, puesto ninguno se había percatado que Aaron ya había llegado.

Se sentó sobre la mesa, le pasó el dinero por debajo de la mesa a Kiara y esta sutilmente metió su mano en su bolsito de Pucca sacando una bolsa miniatura Ziploc, que contenía la costosa hierba europea. Luis sintió un pánico repentino porqué pensó que era demasiado descaro aquello. "¿A quien se le ocurre comprar droga en el McDonalds de Chacaito?" Pensó. Aaron metió la bolsa en un bolsillo y todo volvió a la normalidad. 

Kiara sacó una Pascualina del bolso y empezó a escribir algo, arrancó un pedazo de papel y se lo dio a Luis. --La oferta sigue en pie por si deseas aceptarla.-- Se mordió el labio y a Luis le pareció sexy eso.
--Bueno, fue un placer hacer negocios contigo Aaron, llámame si necesitas más.-- Le guiñó una ultima vez el ojo a Luis y se fue. Cuando vio el papel, tenía número y dirección de la casa de Kiara. Luis sonrió. 

--¡No broder! Esa jeva está muy loca, mira que te lo digo yo.-- Comentó Aaron.
-- Lo loca y todo no evitó que te la cogieras ¿Verdad?.-- La respuesta fue una cachetada para Aaron, apretó los puños y manoteó diciendo.
--¡Bueno chamo ese es tu peo! Sólo lo digo por tu bien.-- Luis no quiso responderle así a su amigo pero sintió una leve satisfacción por haber dejado mal parado a Aaron. 

Ambos salieron por la puerta del restaurante. Aaron se palpaba su bolsillo para asegurar que la bolsa Ziploc seguía en su lugar.

--Vamos a mi residencia y nos fumamos algo de esta vaina. ¿Va?-- Dijo Aaron.
--¡Dale pues! Pero vamos de una vez que después no tengo como irme a mi casa.-- Eran apróximadamente las 3:00 PM para cuando se montaba en el metro vía Palo Verde. 

Aaron vivía sólo en un pequeño apartamento cercano a la estación de Chacao. Luis sentía una leve envidia por esto, los padres de Aaron seguían en Puerto La Cruz mientras este estudiaba en Caracas. Los padres le pagaban todos los gastos del apartamento sin contar con el dinero que Aaron gastaba en fotocopias, cerveza y marihuana. El apartamento era tipo estudio, un baño, un cuarto, sala-comedor integrada con la cocina. El sueño de todo universitario en la ciudad de Caracas. 

Luis se sentó en el sofá sucio que tenía Aaron, aun estaba la mancha de vómito que un amigo de ellos dejó la última vez que estaban tomando. Roja, extensa y aun un poco maloliente, desde ese día Aaron prohibió tomar Sangría Don Julian en su casa. 

Aaron entró a su habitación, tiró el bolso sobre su cama desarreglada y buscó en su mesa de noche un pequeña pipa de color verde, tenía la cabeza de un león con dreadlocks tallada en acero que era el depósito en donde poner la hierba. Salió a la sala y se dirigió a la nevera, sacó dos Soleras verdes y se sentó al lado de Luis. Ambos abrieron su cerveza y dieron un primer trago, soltando al unísono un resonante "Ahhhh..." en señal de satisfacción.
--Vamos a ver que es lo que es con este monte.-- Dijo emocionado Aaron. Luis no era muy fanático de fumar marihuana pero no le molestaba hacerlo de vez en cuando. 

Aaron puso la cerveza en la mesa que estaba al lado del sofá y sacó de su bolsillo la bolsa Ziploc. Con suma delicadeza sacó una pequeña porción de la hierba y la posó suavemente dentro de la boca del león, Luis sacó un yesquero de su bolsillo y se lo entregó a Aaron. Se puso la pipa en la boca y prendió el yesquero, le dio un jalón a la pipa mientras encendía la hierba, aspiró profundamente y contuvo la respiración lo más que pudo. Empezó a toser, le pasó la pipa y el yesquero a su amigo mientras este reía.

--Si eres marica chamo, pensé que después de tanto tiempo fumando aguantabas más.-- Dijo sarcásticamente Luis.
--Esta vaina está buenísima bro, pruébalo.--

Luis repitió el mismo proceso, paso a paso como hizo Aaron. Una sensación de calor le llenó el pecho, sintió una terrible necesidad de toser pero decidió aguantar un poco más, tosió como si se le fueran a salir los pulmones. El apartamento se impregno de olor a marihuana. Tomaron otro sorbo de cerveza y Luis empezó a sentir una sensación sobre su piel, como si estuviera vibrando levemente. Sentía los ojos hinchados y se volteó hacía Aaron, éste también tenía los ojos rojos, tenía la mirada perdida y una sonrisa estúpida sobre su rostro. Luis empezó a reírse sin razón aparente. Los dos se reían a carcajadas, aplaudían y tomaban cerveza. Repentinamente, Luis empezó sentir una pesadez intensa sobre sus ojos y las ganas de dormir invadió su cuerpo. 

--Chamo, tengo demasiado sueño...-- Dijo Luis con tono embobado.
--¿Si? ¡Yo estoy demasiado feliz!-- Gritó Aaron, que no paraba de moverse y reírse.
--Préstame tu cama un rato weon ¿Si va?--
--Dale mariquita, ve a dormir. Yo me pondré a hacer algo de comer.-- Con pasó torpe y lento, Luis se paró del sofá, sentía que el tiempo se había puesto lento y que cada paso le tomaba una eternidad.

Antes de caer en la cama, sacó su iPod de su bolso y se puso los audífonos. Le dio play al aleatorio y cayó sobre la cama, empezó a sonar "La Ciudad de la Furia" de Soda Estéreo en versión Unplugged, se sintió atrapado por el colchón, nunca había estado acostado en cosas tan suave y cómoda. La música lo elevó por los cielos de Caracas, pensó en la ciudad, pensó en Kiara y en la posibilidad de lamer sus tetas, siguió volando por Caracas hasta que se quedó dormido.  

A las horas, se oía a la distancia algo inentendible que, poco a poco, fue agarraron coherencia.

--¡Luis!... ¡Luis!... ¡Luis! ¡Despierta marico! ¡Tu mamá te ha llamado 30 veces al celular y no contestaste nunca!-- Le decía Aaron.

Se paró exaltado y a la velocidad de un rayo, se lanzó sobre su bolso búsqueda de su celular. 33 llamadas perdidas de "Mamá" pero todo empeoró cuando vio la hora que era; 10:43 PM. El celular sonó una vez más. Con mucha duda, decidió atender la llamada.

--¡¿DONDE COÑO ANDAS TU METIDO LUIS ERNESTO?! ¡¿ACASO NO TE HAS PERCATADO DE LA HORA QUE ES?! ¡¿CÓMO COÑO PIENSAS LLEGAR A LA CASA AHORA?! RESPÓNDEME.-- Su madre estaba iracunda, el ya sabía que era imposible agarrar el metro o un taxi hasta Macaracuay, le sacaría un ojo de la cara.
--Coño mamá discúlpame, me quedé dormido en casa de Aaron que estábamos estudiando. Mala mía, no quise preocuparte tanto.--
--¡A MI NO ME CAIGAS A MENTIRAS QUE YO SÉ QUE TU NO ESTABAS ESTUDIANDO UNA MIERDA PORQUÉ EMPEZASTE EL SEMESTRE ESTA SEMANA!--
-- Coño mamá, calmat...--
--¡A MI NO ME MANDES A CALMAR UNA MIERDA Y DIME QUE PIENSAS HACER CON TU VIDA CARAJITO DEL COÑO!--
--Ya va mamá, dame un segundo.-- Dijo suavemente mientras tapaba el micrófono de su celular. Volteó hacia donde estaba Aaron
--Mira marico ¿Yo me puedo quedar a dormir hoy aquí?--
--Si supongo... ¿A que hora tienes clases mañana? Porqué si tienes que levantarte a las 7:00 AM que ladilla tener que abrirte tan temprano.--
--Tu tranquilo que no pensaba ir a clases mañana de todas formas.-- Volvió hacia el teléfono y dijo.
--Mamá, Aaron dijo que no había problema si me quedaba a dormir.--
--¡BUENO, ESTÁ BIEN COÑO! ¡ES MEJOR ESO QUE ANDES POR AHÍ EN LA CALLE A ESTA HORA! ¡QUE SEA LA ÚLTIMA VEZ QUE HACES UNA VAINA ASÍ LUIS ERNESTO! ¡¿ESTAMOS CLAROS?!-- Luis se sentía como un niño de 5 años otra vez.
--Si mamá, discúlpame. Bendición. Besos.-- Trancó la llamada y todo volvió a la paz. 

--Mira marico, ya que te vas a quedar... Vamos a la tasca de la esquina y compramos unas cervezas. Esos portugueses cierran tarde y siempre me venden curda.-- Luis lo pensó por un momento y no le encontraba nada de malo a la propuesta.
--¡Eso es dándole!.--

Salieron y las calles de Chacao estaban muertas exceptuando la música portuguesa que salía del bar en la esquina.
--Podemos decirle a Kiara que pasé por aquí, esa caraja no estudia y siempre está activa.-- Dijo Aaron, Luis se volteó con los ojos abiertos y miró fijamente a Aaron.
--¿En serio marico?.-- Aaron sólto una carcajada y respondió.
--¡Si marico! Ya le escribo.-- Pasaron por la puerta de madera vieja, el local olía a cerveza y tequeños fritos, un montón de viejos hablaban tanto en español como en portugués, dependiendo de la mesa por la que pasases. Aaron caminó directo a la barra donde había un señor gordo rasgos europeos y cabello blanco peinado hacia atrás que vestía un delantal.
--¡Háblame portu! Dame 10 cerve... ¿Sabes qué? Dame mejor 2 botellas de ron y Coca-Cola.-- El señor que miraba fijamente un partido de futbol, se volteó y de un estante sacó dos botellas de Ron Cacique, caminó a un lado y sacó 3 botellas de Coca-Cola frías, metió todo en 3 bolsas.
--Mira chamo, yo no tengo mucho dinero.-- Dijo suavemente Luis a Aaron.
--No te preocupes, hoy es el día en el que pierdes la virginidad así que yo me encargo de todo.-- Una súbita emoción sobrecogió a Luis, pensaba que al fin se quitaría ese estigma social con las mujeres y sus amigos. Agarraron las bolsas y salieron por la puerta, al cruzar la puerta dejaron el ambiente ruidoso del local por el de la noche serena. "Rara vez la ciudad está tan tranquila." Pensó Luis a sus adentros. 

Mientras abrían la puerta del apartamento de Aaron, sonó su celular.
--¿Aló? Que fue mujer, si... Si estoy con él... Ajá... Ajá... Dale, las esperamos. ¡Ah! Mira, si puedes trae hielo... Si mujer, te estoy pidiendo que traigas hielo... Él te lo compensará ¡Jajajajajaja!.-- Trancó el teléfono y se viró a donde Luis.
--Chamo, hoy te van a volver leña.-- Luis le fue inevitable esbozar una enorme sonrisa. 

--Mira, en la gaveta de noche hay varias cajas de condónes nuevas... Agarra cualquiera pero no se te ocurra cogerte esa pana sin el forrito.-- Luis estaba totalmente al tanto de todos los males que se podían contraer a través del sexo sin condón y no estaba dispuesto a agarrar ni uno sólo. 

Aaron sacó unas cornetas del closet de la sala y las puso en la mesa al lado del sofá, le pidió prestado el iPod a Luis y se puso a revisarlo.
--Creo que el unplugged que estabas escuchando dormido será perfecto.-- La música empezó a sonar y Luis recordó su vuelo a través de la ciudad de Caracas. El intercomunicador sonó, Aaron lo levantó y tocó un botón. Se oyó un --¡Ya entramos! Vamos subiendo.-- 

Alguien tocó la puerta, Aaron le dijo a Luis que la abriera y en el fondo se oía;

"Me dejarás dormir al amanecer... Entre tus piernas... Entre tus piernas...".

Al abrir la puerta vio a Kiara con unas mallas apretadas negras, unos botines militares y un camisón blanco que le dejaba entrever el sostén rojo que tenía. Estaba peinada y olía Touch of Pink, un perfume que solía usar un antiguo amor de Luis.

--¡Hola chicuelo!-- Dijo suavemente mientras le tocaba un hombro a Luis.
--Esta es mi amiga, Laura.-- Laura era una chica un poco más alta que Kiara, flaca y con mucho cabello. Tenía la pollina amarilla mientras que el resto del cabello era negro azulado. También tenía mallas pero de leopardo rosado, usaba unos tacones que le levantaban de manera correcta las nalgas y el camisón blanco de Candy 66 que Luis le vio a Kiara en el McDonalds, era ella quien cargaba la bolsa de hielo que goteaba lentamente sobre el suelo.
--Mucho gusto, Laura-- Dijo con pesadez.
--Mucho gusto, Luis. Déjame ayudarte con esto.-- Agarró la bolsa y la llevó al freezer

Aaron saludó desde la cocina mientras preparaba un porro de marihuana.
--¿Te gustó lo que te vendí hoy querido?-- Preguntó Kiara
--Es el mejor que he probado en mi vida-- Dijo Aaron.
--Esas cosas son de niños que se la tiran de malotes... Esto es lo mejor del mundo.-- Dijo Laura mientras de su cartera sacaba una bolsa Ziploc, igual a la que Kiara les dio a ellos horas antes pero esta tenía un polvo blanco en ella.
--Deja de estar jalándote esa vaina colombiana que vas escoñetarte un día.-- Dijo Kiara en tono de reproche a su amiga.
--¡Bah! Estoy consumiendo perico desde los 15 y estoy fina.--

--Hey, hey, hey... Calma vale.-- Luis mientras entregaba vasos de Cuba Libre. Por su lado, Aaron prendía el porro y se lo pasaba a Kiara. Todos, exceptuando Laura probaron el White Dolphin. Laura bebía y le hacía ojos a Aaron, este sólo reía y fumaba. 

Luis empezó a hablar amenamente con Kiara sobre la universidad, sobre películas, música pero nada sobre la familia o de cómo había empezado a vender drogas. --Discúlpame pero no confío en nadie.-- Dijo tajante Kiara ante la pregunta de Luis. Por su lado, Aaron le susurraba cosas graciosas a Laura en el oído y esta ya había aspirado una línea de cocaína de la mesa al lado del sofá. 

--Pssst... Mira...-- Le susurró Kiara al oído de Luis. Una de sus manos rozaba suavemente un muslo de Luis causándole un leve cosquilleo. Luis lentamente volteó hacia donde estaba Kiara y se dio cuenta, que ella estaba tan cerca que sentía su respiración sobre su rostro. Se dieron un beso y Kiara empezó a rozar el bulto del joven pecoso. Éste, torpemente, trató de tocarle un seno haciendo un gestó insípido y sin gracia sobre el pecho de Kiara. Justo en la cocina, Aaron besaba y tocaba apasionadamente una Laura que perdía los estribos a causa de las drogas y el alcohol.

--Vamos al cuarto de Aaron.-- Dijo Luis, Kiara se levantó y lo haló por un brazo hacia la puerta. Cerati volvía entonar la letra.

 "...No hay más tiempo que perder, sonreíste... Estaba ahí, un misil en mi placard...".

La marihuana y el alcohol había causado estragos en el cerebro de Luis, la habitación se giraba lentamente. Cerró la puerta la entrar, Kiara se le lanzó encima y él la besó, como nunca había besado a nadie jamás. Le encantaba el sabor de su saliva, la sensación de los pechos de ella pegados a su cuerpo y los susurros que ella emitía. Le quitó el camisón y dejó expuesto dos senos un tanto pequeños, sostenidos por una pieza de lencería roja que decía La Senza en las tiras. Luis se quitó la franela y dejó relucir el blanco de su piel, Kiara le empezó a besar el pecho y fue bajando poco a poco. Le aflojó la correa del pantalón y los dejó caer. Luis nunca había llegado tan lejos con una mujer. Kiara siguió de largo, besando al rededor del domingo, bajando lentamente la ropa interior de Luis y empezó a darle sexo oral. Luis estaba extasiado, volando en la noche de Caracas sobre la lengua de Kiara, entonces... Un golpe seco y vidrios rotos sonaron afuera. Un grito ahogado y la música es lo que había afuea. Kiara paró. 

Oían algo como una especie de llanto, algo inentendible. Luis se subió los pantalones, molesto porque creía que Aaron quería fastidiarle la noche. Abrió la puerta y tirada sobre el suelo, con la mesa que estaba al lado sofá volteada con vidrios rotos, junto a un charco de ron estaba Laura sin vida y con la nariz blanca. Aaron estaba en el suelo, en el punto mas alejado de la sala llorando y temblando

.--Yo... Yo... ¡YO NO SÉ QUE PASÓ!-- Gritó desesperado con la voz quebrada. --Ella... Estaba bien, me estaba mamando el huevo y me dijo que se estaba quedando dormida... Qué iba a darse un último pase y luego íbamos a tener sexo pero luego de que aspirara empezó a temblar y colapsó marico...-- Empezó a llorar nuevamente. Kiara salió semi desnuda del cuarto. 
--¿Que caraj...-- Un grito duro y agudo, que terminó de despertar a Luis. Estaba muerta, sobredosis. No había más nada que hacer. Kiara se tiró al suelo y Luis la agarró, la llevó de nuevo a la habitación.
--No, ¡suéltame! No lo entiendes.-- Decía Kiara con los ojos llenos de lágrimas.
--¡LUIS SUÉLTAME! ¡NO LO ENTIENDES!-- Kiara forcejeaba y Luis empezaba llorar también pero no la soltaba. 
--¡ELLA ES HIJA DE UN GENERAL!-- Luis se quedó seco. Soltó a Kiara y se volteó lentamente a ver el cadáver de la flaca Laura.

--Laura... Es... La... Hija... De... Un... ¿General?.-- Dijo Aaron con voz sollozante y afligida. 
--¡SI! ¡Y EL SABE QUE ELLA VENÍA ESTA NOCHE PARA ACÁ!-- Terminó diciendo Kiara. Luis paró la música. 
--¿Qué vamos a hacer? Si nos descubren, el papá de Laura nos matará o nos pondrá presos.-- El nerviosismo de Aaron estaba a punto de volverlo loco. Luis, mirando fijamente el cuerpo dijo 
--Hay que deshacernos de ella...-- 
--Pero ¿Cómo?-- Preguntó Kiara. 
--La tiraremos al Guaire...-- Sentenció Luis. 
--¡Ni de coña que el papá va a creerse eso! ¿Tu crees que tendría lógica hacer eso? Obviamente nos buscarán.-- Dijo Aaron, que no paraba de moverse de un lado a otro. 

--Haremos que se lo crea.-- Dijo Kiara secándose las lágrimas. 
--Haremos que se lo crea, la montamos en mi carro y montamos un intento de secuestro.-- Luis torció la cara al oír semejante plan. 
--¿Cómo haremos eso Kiara?.-- 
--Fácil, primero tendrán que caerme a golpes para hacerlo más creíble, luego bajamos el cuerpo a mi carro y lo lanzamos al río por Las Mercedes, después sería chocar el carro para decir que Laura y yo escapábamos de un intento de secuestro pero que a ella si lograron llevársela.-- Luis se agarró el mentón y pensó en el plan. 
--Aaron, agarra un juego de sábanas y tráelas.-- Aaron se puso de pie rápidamente y buscó en el closet de su habitación, sacó un juego con dibujos de la película "101 Dálmatas". Puso, una sábana en el suelo, junto al cuerpo y la otra sobre el cuerpo. 
--Ayúdame a levantarla.-- Le pidió a Luis. El cuerpo aun seguía caliente, ambos sintieron pánico al sentir el calor aun presente en ese cuerpo inerte. Cubrieron en su totalidad el cuerpo de Laura y le pusieron teipe para asegurarse que no se saliera la carga del "enrrollado". 
--Mete el carro en el estacionamiento, la bajaremos por el ascensor hasta el sótano.--  Aaron, quien estaba ya más calmado le lanzó a Kiara un juego de llaves. Salió directo hacia la puerta, sus pasos resonaron en el pasillo hasta la puerta de la escaleras. 

5 minutos después, se oía el portón del estacionamiento moverse. 
--¿Por donde la bajaremos?-- Preguntó Luis. 
--No lo sé... ¿Las escaleras, el ascensor, la lanzamos por la ventana hacia el estacionamiento?-- 
--¡Coño Aaron sé serio! ¡Tenemos una jeva muerta en la sala de tu casa!-- Luis no se había dado cuenta que había alzado la voz, Aaron notó que en la ventana de un vecino una luz se encendió. 
--¡Agárrala y vamos por las escaleras! ¡YA!.-- Dijo Aaron. 

Luis agarró lo que el creía eran los hombros, diminutos y suaves. El cadáver olía a ron, marihuana y perfume de mujer, Luis creía que en cualquier momento Laura daría un respiro de vida y acabaría con la pesadilla. Mientras bajaban las escaleras, oyeron como los vecinos tocaban la puerta del apartamento de Aaron. "¡Coño, la cagué!" pensó Luis dentro de si. Apuraron el paso, eran sólo 3 pisos hasta el estacionamiento. 

Un automóvil Ford Ka de color verde manzana esperaba enfrente a la puerta de la escaleras, en su interior estaba una temblorosa Kiara, que buscaba incesantemente una canción en la radio. 

--Mierda mierda mierda... ¡Pura mierda suena en este país!-- Apagó la radio y hurgó en su cartera, sacó un lápiz labia el cual tenía un compartimiento secreto, sacó un polvo blanco y aspiró. Sintió como un ardor le llegaba hasta la nuca mientras, poco a poco, sus temblores se hacían un poco más marcados. Un golpe repentino la asustó y vio que eran Luis y Aaron cargando un saco de sábanas, con un movimiento rápido abrió la maleta. Tuvo ganas de vomitar al ver como Aaron y Luis forzaban el cuerpo para que entrara en la parte trasera del vehículo, se oía como se contorneaba el cuerpo Laura, sintió gran asco. Ambos se montaron, Aaron adelante y Luis atrás, éste sentía un leve terror mientras pensaba en el cadáver, se imaginaba como dos ojos fríos y perdidos lo miraban fijamente a través del asiento. Salieron del apartamento y arrancaron vía a Las Mercedes. 

En la esquina contraria, había un vehículo negro oculto por la poca luz en la calle. Se encendió al ver el Ford Ka salir del edificio y los siguió a distancia.

(Continuará Drama Button)